Soñé que era el padre, que nadie se me enredaba entre las piernas a cada paso que daba, ni me levantaba el vestido en la calle para meterse abajo, ni me pedía entrar al baño a los gritos mientras estaba yo ni tampoco tenía que hacer pis con alguien a upa. Podía trabajar concentrada, nadie me molestaba y mi tiempo era respetado. Nadie me interrumpía.
Soñé que podía dormir toda la noche de corrido, que a penas conversaba con mis hijas o las escuchaba sin entender muy bien de qué me hablaban. Soñé que no me involucraba en asuntos de escuelas, guarderías ni colonias, casals ni comedores... de lo que se hablaba en los chats escolares no tenía ni idea ni tampoco organizaba reuniones con la maestra, visitas al pediatra o tareas especiales.
Soñé que cocinaba con pasión, con condimentos e ingredientes que a mí me gustaban, con tiempo para hacer e investigar cómo mejorar recetas saludables, variedades de pan, tortas o comidas. Le ponía picante o sabores fuertes, total era lo que a mi me gustaba.
Soñé que me vestía tranquila, eligiendo la ropa. Hasta había logrado no ponerme lo que hay arriba de la silla sin tiempo siquiera de ver si está limpio o sucio, si tiene dedos de colores o algún resto de comida pegado. No... soñé que hasta combinaba colores y... ¡me peinaba!
Soñé que, al ser el padre, me daba igual si la casa estaba limpia o sucia, ordenada o no. Igual no encontraba nada y debía preguntar.
Soñé que podía cambiar una bombilla de luz, arreglar ese tornillito que está flojo hace tanto tiempo, poner el cuadro que tiene 3 años parado y hacer trámites online en el mismo momento en que las dos niñas gritan, se pelean, hacen berrinche, tienen hambre, sed, están cansadas o hay que cambiar el pañal.
Los planes los organizaba otro, yo me dejaba llevar. Igual siempre preguntaba qué haríamos ese día aunque nunca proponía nada. Y si no había plan y no me quería quedar en casa con las niñas, las llevaba a caminar mil kilómetros independientemente del clima, estado de salud o sus ganas y necesidades. Si pasábamos por un parque, seguíamos adelante. Nada de distracciones.
En mi sueño decía sin parar: "tú relájate con las niñas que yo me encargo" en tono irónico porque sabemos muy bien que con las niñas es imposible relajarse. Igual recuerdo estar soñando muy relajada. Era muy interesante vivir de otra forma la paternidad.
Era una maravilla de sueño. Luego me desperté con el llanto de Little Bebé a sus casi 2 años indicándome que ya eran las 6.30am, buena hora de arrancar la rutina otra vez.