Carnaval toda la vida

La vida es un carnaval - Celia Cruz

Con la cantidad de hijos se pierde la calidad de la atención, se multiplica la demanda y la frustración, disminuye radicalmente la paciencia, escasea la cantidad de tiempo y la ambivalencia se convierte en moneda corriente.

Si señores, soy miembro honorífica del Club de las Malas Madres. A veces mis hijas comen galletitas y cosas con chocolate. A veces Little Nena mira una película para que yo pueda usar el tiempo con Little Bebé. A veces me aburre mucho ir al parque y prefiero ponerlas a pintar en casa. No aguanto que se peleen o griten. A veces cedo a los caprichos con tal de evitar reproches infantiles. Me agota negociar TOOOODOOO. A veces no tengo ganas de contar cuentos, cantar y bailar canciones, jugar a armar torres o que me peinen. También muy de vez en cuando se me escapa un grito ahogado que dice basta. Si, no me escondo. Tampoco me parece algo tan terrible que todo esto sea sólo a veces.

Pasa que tengo la culpa empadronada en casa, tengo el cansancio alojado en mis ojeras, tengo el sueño alterado con todas sus consecuencias, tengo la sonrisa borrada pero presente, tengo la vida social limitada y los horarios con forma de Tetris. Por sobre esto todo tengo dos hijas maravillosas que me llenan felicidad. Me siento privilegiada de poder estar con ellas todo lo que quiera y pueda aunque eso a veces agote.

Pero creo que cuando peor madre me siento es cuando llega la época de disfraces para la escuela: léase Carnaval, Halloween, Castañera o cualquier cosa que haya que hacer a las 7am y todavía conserve cierta coherencia porque no, no valen los unicornios y las princesas para Halloween.

Después veo las fotos de ella con sus compañeros y me da congoja saber que nosotros despachamos a nuestra Little Nena en 3 minutos reciclando disfraz desde hace 2 años, con el peinado como podemos, maquillaje el justo y los agujeros del disfraz cocidos como matambre. De las manchas de comida no hablemos, ok?

Recuerdo que para carnaval de EI 2 de Little Nena yo estaba muy engripada y embarazada, Mr C trabajando muchísimo en su empleo remunerado y esa semana cada día había que disfrazarla de algo: por ejemplo un día van con algo en la cabeza, otro día en pijama, otro día de un color y así por cuatro días hasta que el viernes tienen que ir disfrazados de lo que quieran. Para ese viernes no habíamos llegado a comprarle nada ni armar nada. Una mamá estuvo toda la noche cociendo un pulpo, otra armó unas cosas con plumas maravillosas para crear un cisne divino, ni hablar de los papás que disfrazaron a su hijo de abejita. También hubo de los que compraron el disfraz y liquidaron el asunto. Sin haberlo pensado antes y a la velocidad de la luz elegí algo de ropa abrigada, le puse sus gafas de sol de juguete, un móvil de juguete y un sticker en la chaqueta que decía: "influencer". Creo que con ese carnaval me dieron el título honorífico de Mala Madre del año 2023.

Vamos a ver cómo duplicamos la logística cuando le toque a Little Bebé heredar el delantal de cocina violeta de Hello Kitty para la castañera... por ahora no he oído quejas pero ya llegarán. Ya resonarán y ya me revalidarán el título. Por ahora, disfrutemos de su inocencia.

Previo: El Parto de Little Bebé 2