Cuerpo o alma

I was born to love you - Queen

El otro día leía a la filósofa Florencia Sichel que decía que en la historia del pensamiento filosófico siempre el alma (o la razón) está por encima del cuerpo. La filosofía, en todo este tiempo, parece haber ignorado que detrás del mundo de las ideas, hay personas a las que les pasan cosas. Recién en el siglo XX algunos filósofos empezaron a hablar del cuerpo como forma de percepción, como forma de conocer el mundo, de comunicarnos, de sentir. Es decir, todo bien con el mundo de las ideas pero nosotros también existimos, en particular nuestro cuerpo. Y ¿por qué menciono esto? porque ser madre es invertir esta lógica: primero ponés el cuerpo. Después seguís poniendo el cuerpo y si tenés tiempo y no estás muy cansada, razonás.

Lo ponemos cuando concebimos, lo ponemos las 40 semanas de gestación y una vez que nace (uno de los actos más sublimes de poner el cuerpo) seguimos poniéndolo. No es que nace el bebé y se termina la fiesta sino que la fiesta recién empieza.

Primero, en los instantes posteriores al parto y con todas las hormonas revolucionadas, la alimentación del bebé (sea el método que sea) es poner el cuerpo. Yo, sin tenerlo para nada previsto y bastante segura que el biberón era la opción ideal, elegí amamantar. Así de la nada. Recuerdo esos primeros dos meses sintiendo que un cocodrilo me mordía vorazmente el pezón cada 45 minutos. Mi razonamiento decía que no era necesario seguir, que ya estaba bien. Además por todos lados el discurso era: "la lactancia no debe doler"... y bueno, capaz a alguien no le dolió pero a mí sí y mucho, sobre todo esos primeros meses que casualmente, son cuando más pegada a la teta estaba Little Bebé. 13 meses después seguimos con una lactancia exitosa e indolora que ella no quiere abandonar y que a mi cuerpo ya le empieza a incomodar. Aún así, me sigue pareciendo fascinante que mi cuerpo haya engendrado a otro cuerpo y que lo haya alimentado. Y más aún, que el cuerpo siga siendo tan protagonista de esta relación como en esos primeros días.

Después, la fiesta continúa con la privación del sueño. Hay quienes duermen por placer y quienes duermen porque hay que hacerlo. Yo soy de las que disfruta mucho de dormir. Me encantan las siestas largas, las mañanas que empiezan tarde, las amo. Pero desde que nació Little Bebé es imposible. Hay que poner el cuerpo para ayudarla a que se duerma y que deje de pelear con su propio sueño. Hay que estar cuando se despierta en la madrugada, en la noche, en la mañana, bueno, hay que privarse del sueño propio y priorizar el suyo. En esta prioridad racional ya no me acuerdo lo que era una larga siesta o dormir de corrido más de 4 horas. Cansancio, irritabilidad, cambios de humor, hasta alucinaciones tuve. Pero seguimos adelante porque no hay tiempo para parar y descansar.

También en esta lista de cuestiones corporales no debemos olvidarnos de reconciliarnos con la nueva figura. Hay mujeres que tienen muchos hijos y parece que nunca hayan parido pero en mi caso, el cuerpo no volvió a ser el de antes. La ropa no me queda igual, la panza tiene una figura diferente, el pecho asimétrico según de qué lado fue la última toma de la bebé, el cuerpo cambió. Hasta la postura cambió. Todo es aprendizaje y adaptación a la nueva figura. Esa incomodidad que en otro momento me hubiese arrastrado a hacer gimnasia, ahora no la puedo atender porque no hay un hueco espacio-temporal viable para escuchar al cuerpo.

Ahora Little Bebé se mueve mucho (nunca fue muy tranquila), gatea, se trepa, le gusta que la cargue a upa, dormir arriba mío, y todo esto implica corridas, golpes, arañazos, cabezazos y toda una serie de moretones que le dan registro físico a su crecimiento. El cuerpo, siempre el cuerpo.

Y un día el cuerpo no consensúa más con el alma. No se entienden, no se registran, se desconocen. Empiezan a aparecer dolores, pinzamientos, sensaciones extrañas, enfermedades, visitas al doctor y te preguntas: ¿qué pasó?. Pasó una maternidad. Pasó que sigues avanzando sin tener en cuenta que el cuerpo pide parar, que el cuerpo pide descanso, que el cuerpo pide reemplazos, el cuerpo reclama amor. Hasta que un día razonas, entiendes por qué los filósofos la priorizaban y buscas ayuda.

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