Sin tetas hay paraíso

Feeling good - Nina Simone

Pasan los meses y sigo sin entender la maternidad. Capaz hay que vivirla sin intentar entenderla, decodificarla o cuestionarla. Es una experiencia que, cuando ya crees que la tenés atada, se cambian las reglas del juego y quedas tan desconcertada como al principio. Como cuando jugaba a esos juegos de mesa que tiras los dados y en vez de avanzar en el tablero, retrocedes casilleros.

Creo que donde más lo percibo es en el destete. Por un lado las sensaciones que genera: desde la culpa, duda, angustia hasta la felicidad, libertad y placer todo junto y por separado también. Hay mucho de lo instintivo que se pone en juego. Como también momentos de "por fin duermo bien otra vez", o de "ay, pero mirá cómo llora! mejor le doy la teta así se relaja". De "¿será lo correcto ahora o esperamos a la fiesta de 15 para el destete?", y así una lista enorme de inquietudes.

Dar la teta es super práctico porque siempre está disponible, genera tranquilidad, también alimenta, da cariño, conexión, lo tiene todo. Pero también agota, quita libertad, molesta. Y una fan como Little Bebé y sus 14 meses necesita un empujón para largarla porque sino parece una misión imposible.

Así que decidimos ponerle fin a estos amorosos encuentros y empezamos una nueva etapa de llantos, gritos y alaridos que taladran el oído. Era de esperar que la decisión no haya sido bienvenida pero era necesaria. Fueron momentos muy duros porque la teta no la reemplazamos con nada, mejor dicho, a ella no le viene bien nada. Así que hubo que reinventarse en cada grito.Tenemos la idea que nuestros vecinos sospechan que en casa se hacen exorcismos, torturas o recibimos la factura de luz con más frecuencia de lo que deberíamos. Sobre todo a la hora de dormir de Little Bebé. Es que la pasamos mal los tres hasta que ella se duerme. Y una vez que lo logramos, le prendemos velas y le rezamos hasta en arameo al diosito de la santa paciencia infantil para que siga durmiendo.

Sin embargo esta movida a mi me vino genial para dormir toda la noche en la cama y dejar el colchón en el suelo al lado de Little Bebé a Mr C., que es quien se encarga ahora a calmar a Little Bebé en el turno noche/madrugada.

A todo esto hay que sumarle el pánico a la temida mastitis, el cansancio de seguir de día aunque no hayamos dormido de noche, el estrés de escucharla llorar angustiada y no intervenir... es decir, es un proceso duro. Pero a pesar de todo, lo logramos. Sobre todo en la fase del destete mental: me inventé una película digna de un Oscar hasta que lo hicimos efectivo, y cuando por fin lo concretamos pensé que al final no era para tanto.

Por supuesto que corporalmente también hay cuestiones que cambian. Antes le daba la teta y todo seguía en su lugar. Ahora pasé de ser la Cicciolina a tener dos ciruelas pasas que no ayudan con esta parte del postparto donde te reconciliás con tu nueva figura. Pero como buena madre en construcción permanente, ya vamos camino a eso también.

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