Desde que conocí a Mr. C, elegimos cuándo queríamos ser padres, pero no nos dimos cuenta que naturalmente el dónde determinaría la forma de criar a Little Bebé (que con sus 16 meses ya no es tan bebé, por lo que a partir de ahora la llamaré Little Nena). Nos imaginamos que sería duro pero no calculamos cuánto.
Todas las dudas, la necesidad de catarsis, todos esos momentos que hubiese preferido llamar a mi familia para que se queden con Little Nena un rato mientras voy al médico porque Mr. C tiene que trabajar; o la necesidad de dormir un rato más; o de enfermarme y descansar tranquila; de querer tiempo para reencontrarme con Mr. C y no tener con quién dejar a Little Nena; o incluso reencontrarme conmigo misma... se apilan en una lista de deseos infinitos que tengo preparados en la carta para Papá Noel.
Y todo esto hace que muchas veces me sienta sola. No es una soledad porque Mr. C no paterne. Lo hace y muy bien, pero el día tiene 24hs para todos. Tampoco es porque no tenga una "tribu", "red de contención", "grupo de amigas madres", sí lo tengo. Pero la mayoría a la distancia y con diferencia horaria, entonces la vida de madre es eso que pasa entre chats y videollamadas interrumpidas inexorablemente en cada oración por Little Nena.
A su vez esa soledad la siento cuando veo a otras mamás con sus mamás en mil situaciones y siento un poco de pena por no tener a la mía cerca. O extraño a mis amigas, con hijos de la edad de Little Nena, con las que vamos viviendo cada paso de la maternidad y todavía nuestros hijos no se tocaron los pelos o compartieron sus propios léxicos. O esos amigos de toda la vida con los que converso frecuentemente y les mando fotos o videos pero nunca alzaron a Little Nena... y sí, se me estruja el corazón un poquito.
Tener a nuestras familias a un vuelo de distancia con todo lo que eso implica (y sumarle el plus pandémico) es un tema. Es que pienso que la maternidad es una experiencia preciosa, desconcertante y agotadora, pero la maternidad con la distancia le agrega ese pelín de diferencia que lo complica todo mucho más. Y no digo que esté mal o bien, sólo que es diferente.
Elegí cortar las raíces y asumir sus pro y sus contras. Y aún con todos los obstáculos que voy superando por vivir en otro país, estoy muy orgullosa de estar donde estoy, de hacer lo que hago, de tener lo que tengo, de contar con una pareja todo terreno y de criar a una hermosa Little Nena con todo el amor que le podemos dar.