Sommelier de toboganes

La vaca Lola - La Granja de Zenon

En la guardería organizaron una reunión de padres con la tutora. Cuando entramos nosotros no teníamos muy claro qué nos iba a decir.

Por empezar, nos dijo que Little Nena con sus casi dos años, creció muchísimo, que está muy desenvuelta, que habla mucho y tiene un desarrollo psico-motriz normalito. Todo bien pero después nos tiró dos bombas:

-Little Nena todavía no aprobó tobogán. Es que eso de subir la escalerita sola no se le da muy bien. Aunque vamos practicando mucho, todavía le cuesta y es un poco mimosa. Entonces, estas vacaciones decidimos que lo de escalar el Everest lo vamos a postergar un tiempo más. Igual mejoró muchísimo en las últimas semanas en las que se convirtió en sommelier de toboganes de parques. Cuando salimos a pasear, no se salva ninguno de tirarse "de panxa".

-Y la sociabilidad la tiene regulinchi: un poco por etapa de la vida y otro poco porque es feliz con mamá y papá no necesita a nadie más. Pero, desde que la llevo toooodaaaas las tardes al parque para recuperar tobogán 1 y tobogán 2, columpios nivel inicial y subi-bajas avanzado, empezó a relacionarse más con otros nenes. Cabe destacar que como madre exagerada y exigente, era obvio que iba a ir todos los días a la plaza hasta que domine el temerario arte de trepar a todos los juegos.

Todos los nenes juegan con los juguetes de todos. Ella también aporta los suyos pero le da igual si se los llevan los otros porque justo pasó una "harmiga" y hay que seguirla para ver a dónde va. Entonces los juguetes, bueno, mamá después perseguirá a los morosos acaparadores de juguetes ajenos y los llevará de vuelta a casa.

Además Little Nena con 2 años recién cumplidos se puso una nueva meta en la vida: desafiar los límites supremos de la paciencia parental. Ahora escupir en el suelo, salir corriendo cuando hay que comer, tocar el horno cuando no debe, no lavarse el pelo, convidarle yogur a la mesa con las manos, caminar en una dirección cuando vamos para el otro lado (no importa si vienen coches, camiones o más gente), vestirse a su manera con la ropa elegida por ella sin importar la temperatura (lo que implica abrigarse para ir al polo sur con 34˚ a la sombra), golpear el vidrio a ver si se le rompe en la cabeza o todavía aguanta, pararse arriba de la mesa y de las sillas, y mil cosas más que hacen que la cabeza estalle en 3000 pedazos a cada microsegundo. Es como cuidarla de una muerte inminente a la que ella desea llegar a corta edad. Pero también compensa toda esta "experimentación" cada vez más dulce, llena de "bechosh y abachosh" (besos y abrazos, tengo activado el traductor madre-hija), tiene un vocabulario cada vez más amplio y ahora empieza a comunicar ideas como "luna a mir" lo que significa "la luna se fue a dormir y ya es un brillante día para disfrutar de la vida. ¡Carpe diem mamá! Hoy es un día único e irrepetible". Bueno, capaz no dijo todo eso. Solo que la luna se fue a dormir y ya es de día. Pero da igual... a mi me llena de orgullo y amor.

La maternidad es hermosa. También es desafiante. Aprender a hablar bajito, calmado y con un mensaje lacónico, infantil y claro en vez de putear a los gritos es todo un apostolado. Pero lo estoy logrando.

Previo: Disfrútala ahora que es chiquita
Próximo: Postales desde la cama